Siempre Ruedas y Motor

Tras la suspensión la semana anterior de la concentración de Pingüinos 2015, había muchas incógnitas sobre que pasaría durante la celebración de Motauros. ¿Habría más, mucha más o muchísima más gente?, ¿Sabrían sus organizadores manejar la situación?. Durante la semana anterior, fueron muchos los que me escucharon decir que al Moto Club Tordesillas se le presentaba una oportunidad única para cubrirse de gloria… o de mierda.

El éxito de una concentración depende de multitud de factores, algunos de ellos totalmente dependientes de los organizadores (programa atractivo, buena zona de acampada, organización a lo largo de todo el evento, etc.). Otros, son factores ajenos a la organización (la climatología, coincidencia de fechas con otros eventos, modificaciones de programa por motivos ajenos a la organización, etc.).

Que todo se alíe para que algo salga bien o mal, es además, algo que muchas veces se escapa al entendimiento, y que no se puede valorar hasta haber pasado. En esta ocasión, lo cierto es que todo, o casi todo, se ha aliado para que Tordesillas reviviera muchos de los mejores momentos moteros que ha vivido a lo largo de su historia.

Para empezar, la organización, en espera de una afluencia más grande de la habitual, “retocó” muchas pequeñas cosas, que en conjunto, consiguieron un gran cambio, y así, aún antes de entrar al recinto, ya pudimos ver como los puestos de comida y ropa que años atrás se situaban en el parking de acceso, habían sido trasladados a la acera anterior a dicho parking, con lo que se conseguía el doble objetivo de habilitar más plazas de aparcamiento y a la vez, “acercar” aún más la concentración a la ciudad.

Ya en el vial de acceso hacia las casetas de inscripciones vimos un nuevo parking a la izquierda, además de más casetas de inscripción, teniendo separadas las de coches de las de motos, así como las de preinscritos.

En el interior del pinar se habilitó una nueva zona, para ampliar la capacidad de acampados, de igual manera, la carpa principal contaba con capacidad para unas 1500 personas más que en años anteriores, lo que acercaba su aforo a las 7000 personas. También la vigilancia en los accesos a la zona de acampada se había visto reforzada respecto a años anteriores.

Todo esto, que pude comprobar el viernes por la mañana cuando llegué, me dio pistas de que la organización había trabajado, y que lo había hecho bien, sin embargo, todos estos cambios no me terminaban de dejar tranquilo, porque ¿Qué pasaría en el caso de una masiva afluencia de moteros?; la organización tenía todo previsto y sin problemas para una llegada de cómo mucho 14.000 motoristas, pero si llegaban más… El presidente del Moto Club Tordesillas me respondía “el pinar es el que es, hemos ampliado todo lo que hemos podido, pero si pasamos de esa cifra es tan sencillo como que no cogen dentro…”

Es en este momento, cuando uno de los principales factores ajenos a la organización, se alió con esta: La climatología. Un año más, el fin de semana de Motauros ha hecho peor tiempo que el fin de semana anterior, algo que en pasadas ediciones ha venido a “castigar” a sus organizadores, por el “robo” de inscritos que obligatoriamente trae el mal tiempo, pero que en esta ocasión, ha permitido que no se produjera una avalancha de moteros que difícilmente hubiesen cogido en el espacio disponible.

El resultado es que finalmente, en el Pinar de Valdegalindo, se inscribieron 13.209 Motauros, casi el doble de los 7035 del pasado año, que como decía anteriormente, le dieron a Tordesillas una de las mejores concentraciones de las 28 que ya se han celebrado allí (13 de Pingüinos de 1988 al 2000, 15 de Motauros del 2001 al actual 2015).

Aunque como pude comprobar y ya el domingo anterior a la concentración había moteros acampados y montando sus “infraestructuras”, fue a partir del jueves, cuando la organización abrió las inscripciones y se empezó a ver ambiente, especialmente en la carpa principal cuando por la noche actuó el grupo “Entrebirras”.

El viernes por la mañana, la afluencia de gente empezó a ser muy importante, a pesar de la lluvia intermitente y de que en muchos puntos del norte estaban teniendo problemas con la climatología. La zona de acampada se empezó a llenar de tiendas y a media tarde, el aspecto era el mismo que años atrás se podía ver un sábado por la tarde.

Como es habitual en Motauros, los conciertos son parte destacada de la concentración, y tras la cena, el grupo “Cañoneros” empezó a caldear el ambiente con algunas muy buenas versiones de los más grandes temas rock de la historia.

Así, y casi sin darnos cuenta, llegó la medianoche, momento en que el plato fuerte del día saltaba a escena: “Loquillo”, que conseguía el primer lleno del fin de semana en una carpa en la que a pesar del frío exterior, sobraba la cazadora. Esta carpa, como viene sucediendo edición tras edición, es un auténtico oasis en el que por mucho que haga frío, nieve o llueva, te puedes refugiar a tomar algo, entrar en calor y tomarte algo con los colegas y ciertamente, se agradece en muchos momentos.

Tras el concierto de Loquillo, D´Js, go-gos y copas hasta cuando cada uno quiso, que en algunos casos fue hasta bastante después de haber salido el sol de nuevo.

El sábado por la mañana, las caras en la carpa principal a la hora de desayunar eran, en algunos casos, un poema. Esto no impidió sin embargo, que la excursión a Matapozuelos fuera una de las más numerosas que se recuerdan y cuyo número de motos ya no se podía contar por cientos.

Allí, el stunt Paulo Martinho ofreció una espectacular actuación y todos los asistentes pudieron degustar un aperitivo antes de regresar a la zona de acampada a comer. Esta era una opción, la otra, que muchos escogieron, era quedarse en Tordesillas, a comer en alguno de sus numerosos bares y restaurantes y ver de nuevo por la tarde la nueva actuación de Martinho y la de los pequeños pilotos de la escuela de pilotaje FK1.

La ciudad ya a esas horas ofrecía una imagen increíble, con motos aparcadas por todas partes y ambiente de primera. A la misma hora que la actuación en Tordesillas, en la zona de acampada daba comienzo el 8º Bike Show Motauros y el 5º Festival de Música a cargo de los grupos “Mestizo” y “Hook”. Mientras, y a pesar de que la ciudad estaba llena de moteros y la carpa principal también, la zona de acampada era un hervidero de grupos acreedor de una hoguera y de motos yendo y viniendo.

Ya a estas horas se daba una circunstancia curiosa, y era ver como a la vez que iban llegando nuevos moteros a las casetas de inscripciones, algunos recogían sus tiendas y emprendían viaje de regreso, las predicciones meteorológicas no eran nada halagüeñas, especialmente en el norte donde se activaba la alerta por nieve a partir de las siete de la tarde, y muchos prefirieron no arriesgar. El sábado estaba transcurriendo con un cielo prácticamente limpio y soleado aunque eso si, “el grajo, volaba bajo”, y ya se sabe que “cuando el grajo vuela bajo, hace un frío del carajo”, frío seco del que anuncia nieve.

A pesar de lo anterior, el ambiente fue “in crescendo” y nos llevó hasta las 11´30 de la noche, momento en que tras los siempre espectaculares fuegos artificiales, llegó el desfile de antorchas más largo que yo recuerdo y durante casi una hora, los motoristas no dejaron de subir con una antorcha en su mano, a través de un puente sobre el Duero plagado de vecinos y grupos de moteros.

Muchos, como ya es habitual, decidieron seguir la fiesta en Tordesillas, otros volvieron a refugiarse del frío que rondaba los 3-4º bajo cero a la carpa principal para ver el estupendo concierto que el grupo “Bon Scott Revival Show”, tributo a AC/DC ofreció a los presentes y que como “Loquillo” la noche anterior, volvió a llenar la carpa.

Ya con la noche cambiando el nombre por el de madrugada, pudimos ver a un Fonsi Nieto demostrando el porqué, poco a poco, se ha ido haciendo un hueco como DJ, y aunque a mí, la música electrónica me gusta entre poco y nada, he de reconocer que el ex-piloto tuvo una gran actuación y que la gente respondía a sus temas.

La mañana del domingo fue dura, la nieve llegó a la provincia, el frío se hizo fuerte, el cansancio hacía mella y la labor de recoger tiendas y emprender viaje de regreso se ponía muy cuesta arriba.

A pesar de todo (o por esto mismo), la carpa principal volvió a atraer a un gran número de moteros para ser testigos de la entrega de trofeos y el sorteo de regalos, tras los cuales, ahora si, se daba por clausurada la concentración.

El resultado de esta edición “rara”, atípica, motivada por la suspensión la semana anterior de Pingüinos, es que el Moto Club Tordesillas ha sido capaz de manejar la situación con soltura, dando la talla y recibiendo con sus mejores galas a un elevado número de moteros que en circunstancias normales no hubiesen llegado hasta Tordesillas.

Esto, el permitir que muchos motoristas hayan tenido oportunidad de conocer esta concentración y el ambiente que se vive en Tordesillas es quizás, el mejor bagaje que los organizadores de Motauros se llevan, el que miles de motoristas hayan podido tomar contacto con una gran concentración, diferente a Pingüinos, con una identidad propia, para que cada cual, cada año, pueda elegir a cual de las dos prefiere ir; aunque por suerte, al celebrarse en diferentes fines de semana, dan la opción de que quién lo desee pueda acudir a las dos, algo que si el tiempo y la economía lo permiten, es lo más deseable.

Por mi parte, solo felicitar al Moto Club Tordesillas por su 15 aniversario, a pesar de las dudas que albergaba, han sabido estar a la altura de tan especial edición.

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